28/2/10

Los chicos de la Universidad de Concepción

8,8 grados de incertidumbre. Al lado del Pacífico. La vida se nos va de las manos....naturaleza... nosotros...

El ciclo pasado conocí, parcialmente, a dos chilenos: Paulina y Morgan, llegaron por intercambio de la Universidad de Concepción, sí... la universidad cuya facultad de química se incendió. Rebuscando internet encontré un registro de su paso por nuestro país....

Desde la distancia... les deseo fuerzas!!!



La reportera es Paulina Bravo. Chilena. Buena onda... y terminó el décimo en Perú... aunque también llevó este cursito de octavo, periodismo multimedia, con el que conoció un poco más de nuestras maravillas...

Espero estén bien chicos...!!!

14/2/10

Sí al estado LAICO

En aquella edad inocente (6 o 7 febreros) jugaba a la escuelita con algunas amiguitas, siempre fui la maestra y decidí que ahora tocaba religión. Y dije, dictadora yo (¿sería la influencia fujimorista?), ¡a rezar el Ave María!. Jazmín se quedó pensativa, sin saber como juntar las manos, casi estuve a punto de desaprobarla cuando pregunté, ¿Cómo, no sabes rezar?, ella susurró que le enseñe...

Regresé a casa con más dudas, ¿cómo no va a saber, si en cada formación del colegio nos obligan a rezar?. Presenté la interrogante a mi madre y rió al contarle la historia de Jazmín, "ellos nos creen en la virgen María, ellos son evangelistas", señaló.

Entonces no entendí porque se dictaba un curso de religión, no entendí que nos hagan rezar en las formaciones, no entendí porque siempre había un crucifijo en el salón, pero entendí porque Jazmín no sabía el Ave María. Ella aún no entraba en el colegio.

Esta historia me hace reflexionar a partir de la reciente encuesta de Ipsos Apoyo a escala nacional, nada menos que el 57% apoya la propuesta de conformar un estado laico que no dé privilegios a ninguna religión (¡agarra esa flor, Cipriani!).

Foto de Reportaje al Perú

13/2/10

Libertad

Negada al nacer. Ellos barajan el eterno yugo que nos identifica, el recuerdo de un muerto, el famoso jugador, la actriz de novela, el protagonista de una parábola, el nombre de mamá... mil razones que cargamos tras la inocente firma de una partida de la que no somos conscientes.

Mi nombre es Libertad, no es una metáfora a mi vida, ni una alusión a mi máximo deseo, es lo que han destinado mis padres sobre mí. ¿Eso implicaba las risillas de los compañeros de clases? ¿La sonrisa del profesor al pronunciarlo? ¿La sorpresa del médico al examinarme? ¿Mi cabeza buscando refugio después de escuchar las tres sílabas que marcan mi ser?

A veces el nombre deriva en un apodo, otras es un aspecto físico, a partir de una anécdota, la imaginación fluye en cualquier dirección. ¿Por qué Libertad?, me decía desde pequeña, más reclamo que pregunta, pero con los años, el por qué adquiere nuevos significados. Pero no hallé respuesta, no en ellos.

En mis primeros años solo buscaba esconderlo (¡qué paradoja, esconder la Libertad!), luego busqué las razones:

1. ¿Será por la admiración a la actriz de novela mexicana?

2. ¿Será el amor al departamento norteño en el que mamá estudió primaria?

3. ¿Será que la vertiente estrellada caló en mis padres al límite de honrar en mí las palabras de Haya de la Torre?

4. ¿Será que, desengañados por el aprismo, prefieran que lleve el nombre del Movimiento que fundó Vargas Llosa y otros sabiondos?

5. ¿Será que querían darme lo que a ellos les faltó, pero que al final también me lo arrebatan con disimulo (o sin él)?







Me gusta mi nombre. Me gustaría aún más poder elegir (yo no escogí Libertad, yo quiero mi libertad)

1/2/10

Fiesta de promoción

El vestido tiene que ser perfecto. Lucir radiante, ser un resaltador, no por chillón, sino de encantamiento. Los zapatos de tacón, cuanto más alto, mejor. Mi fiesta de promoción fue en un chifa, con un acompañante casi desconocido, con el vestido más barato que conseguí (que usé en otras dos fiestas de promoción por esos días). Más por presión amical que por el entusiasmo de escuchar recitar mi nombre con todo lo que me proponía al terminar (¡por fin!) el colegio, asistí a esa aburrida reunión.

Terminada mi secundaria, nunca más fui a una hasta diciembre del año pasado. Huancavelica es uno de las provincias más pobres de nuestro país, algunas zonas resultaron afectadas tras el terremoto del 15 de agosto, es el caso de San Juan de Castrovirreyna, donde cuatro señoritas terminaron la escuela y lucieron su mejor sonrisa ante los ojos de todo el pueblo. Entre 100 y 200 personas expectantes ante la aparición de las “promocionantes”, como decía el maestro de ceremonias.

Los globos rosáceos como un altar, no para un santo, sino para que cada pareja sintiera lo más cercano a la adoración. Se pronunciaban sus nombres, seguido de una serie de anhelos, la profesión, la comida favorita, la cualidad… Daban vuelta al patio, con el fondo de un cuete haciéndole una breve competencia a las estrellas, luego subían a su estrado, donde la serie de formalismos continuaban.

Ángela, quien lleva trabajando en esa zona durante buen tiempo, me cuenta que este es el acontecimiento, las "promocionantes" (casi siempre son mujeres) incluso traen a sus parejas de Chincha o Lima, les pagan el pasaje y les alquilan el terno. Ella es madrina de una de las chicas, a la que obsequió el vestido y por el cual se pasaron un día en Gamarra buscando el adecuado.

¡Para que más detalles, veánlo!