20/10/07

El cuarto piso del trabajo “¡Directo!”

Oficios falsos


“Me traes tu deneí, pagas cinco soles para la ficha y al otro día ya te estamos dando la dirección de la empresa, así de rápido”. Dice Eliana mientras amarra sus cabellos rulos. La oferta para ser operaria de una fábrica no es desdeñable, pagan semanalmente S/. 215.00. Sin embargo, hay otras opciones en la oficina de al lado, es así que, en el mismo cuarto piso cubierto por una luz tenue, casi tétrica, puedo preguntar sobre los beneficios de ser abarrotero, etiquetador, embotellador, empaquetador, almacenero, costurero, hasta vigilante, como solicitan en los avisos clasificados con el estribillo en mayúsculas: URGENTE.

Los siete días de la semana de 8 a 6 de la tarde, un hombrecito de gorra, tez cobriza y estatura mediana, merodea el primer piso de un edificio en la avenida Wilson 911, lleva en su mano derecha una mica que contiene, no programas de computadora, sino una lista de empleos para aquella persona ansiosa de engrosar el 50% del grupo de la Población Económicamente Activa (PEA) en Lima Metropolitana que posee un empleo adecuado. Sus dotes persuasivas parecen haberse diluido, luce cansado y no se percata de mi interés al ver las dos banderolas que se hallan en la entrada, de todo lo solicitado me interesa el trabajo de operaria, finalmente me acerco y reacciona, articula sin abrir demasiado la boca: “¿quieres trabajo?, ya, sígueme nomás”. Mientras subimos, la luz se va perdiendo en la estrechez de la escalera, alguna vez crema, ahora bañada en un tono ocre desgastado.

El edificio tiene ese aspecto monumental muy elegante años atrás, sin embargo, ahora es una de esas grandes construcciones del Centro que pasan desapercibidas en medio del caos de bocinas, gritos y gente atropellándose. Oficina 400. El hombrecillo consulta a unas muchachas con apariencia de secretarias y le señalan otra dependencia, voy a parar a una habitación pequeña repleta de sillas, distribuidas en cuatro columnas por seis filas, pegadas como en un microbús. Espero en un ambiente de plantas artificiales, a la vez que veo las noticias por un televisor ubicado justo encima del escritorio, en el que luego de unos minutos, Eliana escribe las indicaciones para acceder a un puesto. Ella aparece con su minifalda negra, los tacos número 7, su blusa de tonos rojizos (algo escotada) y con una cintura que no se deja ver porque ésta ha tomado un aspecto de almohada. Un papelito con la palabra ACEPTADO, las opciones de empleo para marcar con un aspa, luego están la zona, el día, la hora. Por último, Eliana estampa su firma en la hoja, me recalca el DNI y los cinco soles que tengo que traer si realmente quiero el empleo.

Scorpion autorizado

La primera cuota da acceso a la ficha, previa entrega del documento de identidad, se procede a llenar los datos: nombre, dirección, edad, grado de instrucción, entre otros, e impresa en la parte inicial del papel: Scorpion SRL.

El cuarto piso es silencioso, a las justas se oye el barullo entre oficina y oficina, una comunión que va desde el departamento 400, 400-A, 400-D, 401, 401-A, 402, 402-A, 402-B. Así se publicitan en los clasificados desde el 29 de enero de 2001, fecha de creación de la empresa, correctamente registrada en la SUNAT como Servicios Generales Scorpion SRL. Además, el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (Mintra) en su Registro Nacional de Agencias Privadas de Empleo, constan 76 compañías debidamente autorizadas a funcionar en Lima y Callao, entre ellas está la mencionada agencia, su plazo de vigencia que venció el 19 de junio pasado ya ha sido renovado, para seguir brindando sus servicios de obtención y dotación de personal.

(http://www.mintra.gob.pe/contenidos/programas/dnfp/archivos/ape2007.pdf)

¿No eran solo S/. 5.00?

“¿Currículum?, no hija, no, nada más deneí y cinco soles”. Expresa Eliana repasando sus cabellos con sus manos, luego agrega: “El nombre de la empresa te lo decimos después”. Solo S/. 30.00 más cuesta conocer la localización del centro laboral, con tres turnos electivos en el caso de operaria y, aparte del pago semanal, los viáticos van por cuenta de la casa. Pero antes del contrato, un abono más para la agencia. Después de abandonar el imponente edificio plomizo e invadir la avenida Wilson, con un recibimiento de humo y carros en competencia, dirigirse a la dirección encomendada puede ser una tarea frustrante, pues no existe en Lima la ubicación de la fábrica.

El trabajo “¡Directo!” (al desvío) como dicen sus once anuncios domingo a domingo, busca incautos entre 17 y 48 años en el cuarto piso, muy cerca de Floricienta, un prostíbulo en el departamento 407 del mismo inmueble. Los reclamos pueden conllevar al pago de otras sumas, para los “trámites” correspondientes. Antes de despedir el eco que hacen mis pasos mientras camino a la salida, el hombre que funge de vigilante en la entrada, me mira unos segundos y, después de recorrerme visualmente, se acerca y achina los ojillos: “Usted no se tragó el cuento ¿no?”.