25/4/10

Sin opción al matrimonio civil

J y A se casaron en la iglesia. Ella vistió de blanco y lució una cola de más de 2 metros. El lució su chaleco y corbata plateada –ancha como un babero-, saco y pantalón negro. Derrocharon sonrisas y palabras de amor. Ellos creían en Dios.

Está en cada uno casarse o no, por civil o por religioso, hacer fiesta, echar el buquet… y otras costumbres a las que una asiste, aplaude y se divierte, pero que, en mi caso, no pretendo imitar. Soy libre de elegir.

Sin embargo, este es el Perú y no el Líbano. Otra cultura, otras costumbres. Donde uno sólo puede casarse por religioso, así es, es un país dominado por la religión, al punto de que “el presidente sea cristiano maronita, el presidente del Parlamento, musulmán chiíta y el primer ministro, musulmán sunita”, como señala la nota de RFI.

No todos están de acuerdo. Como dice la misma nota, muchas parejas viajan a Chipre para casarse por civil. Y es por ello que se organizó una manifestación por la laicidad en Beirut, convocada nada menos que a través de las redes sociales. El lema “Sí al matrimonio civil, no a la guerra civil”.


Cabe decir que, durante el Seminario Estado Laico y Libertad de Creencias, celebrado en México, "especialistas y legisladores como Jorge Carpizo, de la Universidad Nacional autónoma de México (UNAM), y la senadora priista María de los Ángeles Moreno coincidieron en que la democracia no puede ser tal si no es laica", resalta la nota del diario de Yucatán.

De la misma forma, esto me permite recordar la encuesta de Ipsos Apoyo a la que hice referencia hace un tiempo, el 57% de peruanos apoya la propuesta de conformar un estado laico que no dé privilegios a ninguna religión. Aquí también se apuesta por la laicidad, al menos, el que quiera matrimonio, puede hacerlo por el civil.


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21/4/10

Crecer

“Con el tiempo, nuestro barrio se fue transformando. Bastó que pusieran luz eléctrica, que el servicio de agua potable se regularizara, para que las casas comenzaran a brotar de la tierra, como yerbas de estación. Por todo sitio se veían obreros cavando fosas para los cimientos, levantando muros, armando los encofrados. Los corralones fueron demolidos, los terrenos de desmonte arrasados. La gente del pueblo huía hacia los extramuros portando tablones y adobes para armar por otro lugar sus conventillos. Las grandes acequias fueron canalizadas y ya no pudimos hacer correr sobre su corriente nuestros barcos de papel. La hacienda «Santa Cruz» fue cediendo sus potreros donde se trazaban calles y se sembraban postes eléctricos. Hasta la huaca Juliana fue recortada y al final quedó reducida a un ridículo túmulo sin grandeza, sin misterio.”

Fragmento del cuento Los eucaliptos, de Julio Ramón Ribeyro

La ciudad crece (junto a los bolsillos de los alcaldes), se abren paso las grúas y plantan fierros para las grandes estructuras. Crece Lima rumbo al cielo, en tanto sus placas lo permitan. Crece con el bullicio y con mi estrés.

Paseo Colón. Lima. Perú.