25/2/09

S/. 12.10 cuesta saber que no tengo antecedentes policiales

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Empleo. De ese en el que marcas tarjeta y te pagan, empleo formal le dicen. La señorita de Recursos Humanos, después de una sonrisa y una charla de bienvenida, extiende la lista ¿de útiles? No, la lista de documentos requeridos para proceder a firmar el contrato.

El CV parece una formalidad de datos, pero mi travesía no se basa ni en mis cursos ni trabajos o idiomas seguidos antes de llegar a este centro laboral, ésta empieza en la cola del banco, con un sol de calentamiento global y un libro bajo el brazo o, mejor dicho, entre mis manos, acariciando cada hoja y sumiéndome en la historia que ahí se cuenta.

Después de casi 30 minutos en el que el verano se siente intensamente, me encuentro a dos personas del ingreso triunfal al banco de la Nación. Entro y un friecito me da la bienvenida, espero cerca de 20 minutos en otra cola, esta vez, bajo techo, ahora a solo una persona de la ventanilla, cierro el libro, termino el capítulo, ¡ventanilla 5!

- Buenos días, ¿Cuánto es para sacar Certificado de Antecedentes Policiales?
- Siete soles diez.
- ¡Oh! - después de abrir los ojos más de lo acostumbrado, deslizo a Jorge Chávez* por la ranura y el joven de camisita y corbata azul, autómata, teclea, ubica el papel en la impresora y me lo entrega junto al formato del certificado, sin mirarme-. ¡Gracias!- digo, pero no obtengo respuesta.

Vivo en El Agustino, donde la chaveta tiene más fama que los tesoros de Catalina Huanca, camino hacia la comisaria de mi distrito, hay dos, pero la de San Cayetano corresponde a mi jurisdicción, llego y veo un hombre investido de autoridad policial, con inocencia pregunto:

- ¿Para sacar Certificado de Antecedentes Policiales?
- No, señorita, aquí no sacamos eso, ésta es una comisaría de tipo B, tiene que ir a La Victoria o Santa Anita, aquí no sacamos.
- ¿De veras?
- Sí, mire salga por aquí de frente y toma la 129, se baja en el paradero Apolo, ahí sí.
- ¡Asuuu! ¿pero hasta que hora atienden?- ya era más de mediodía.
- … Creo que hasta la una o tres, no sé, igual vaya, ahí tienen monederos también.
- Ya fui el banco, aquí tengo el formato, gracias igual- lo último sonó sin convicción, con la frustración de quien sabe, por previa experiencia, de que cuanto más demore el papeleo, más tarda estampar la rúbrica en el contrato.
2


Son las ocho y media de la mañana, pies en marcha a la Riva Agüero, 129, rumbo a La Victoria. El carro parece ahogarnos, sudamos, pegajosos, nos chocamos, media hora después ya estamos en Apolo.

Bajar del carro parece un alivio, aunque de inmediato el sol detiene el pensamiento y nos abraza con más fuerza, sin contemplaciones, una lágrima cae desde mi frente.

Cruzo la pista y allí está, esa es una comisaría de tipo A, mucho más grande y con más uniformados, al frente se anuncia Copias. Antes de entrar pregunto al efectivo que resguarda la entrada por dónde se saca aquello que me hace inocente de todo mal.

- De frente vaya y luego hacia la izquierda.
- Creo que necesito copia de mi deneí ¿no?
- No, no es necesario, ¿foto tiene?
- Ah no, pero…-balbuceo
- Ahí sacan también, de frente señorita- dice el policía con amable sonrisa, hago una venia de agradecimiento y allá voy.

Estamos entre cinco o seis personas, sale una señorita de un pequeño cubículo, nos lanza una mirada dura y manda a hacer cola, ya en ella uno dice que se presenta copia del deneí, el otro ya tiene copia, y de pronto solo dos de la fila estamos sin ella, rauda a la tienda de copias.

Vuelvo a hacer cola, felizmente son cortas, al muchacho de mi delante le piden cinco soles para foto, él musita que tiene foto, la de los ojos duros le dice que igual tiene que pagar:

- Todo es impreso señor, cinco soles está la foto, así es – no solo son los ojos, la voz también es un rugido de leona.
- Pero me he tomado la foto…
- ¡Qué no señor, tiene que dar los cinco soles!- repite la mujer de cejas arqueadas como semicírculos, de papada ancha y piel lozana, los ojos son dos cavidades que sobresalen y casi comen. Resignado, el muchacho extrae los cinco soles del fondo del pantalón, se los da, recibe un ticket y afuera, toca esperar.

Igual procedimiento es el mío, extiendo la moneda que gira antes de refugiarse entre las otras, espero afuera y una vez que han pasado las cinco o seis personas, van llamando por apellido.
Un chico me pide que llene sus datos en una Declaración Jurada que le vendieron en la tienda de Copias, porque “tiene letra fea”, me dice, avergonzado, el mismo joven de la foto rechazada.
- ¡Tello!

Me hacen pasar a una especie de cabina y como quien dice ¡mira el pajarito!, la mujer de papada de batracio ruge ¡mira de frente! Y sin darme cuenta ya tomó la foto y ya me está despidiendo de su “oficina”.

Nuevamente nos hacen esperar bajo el cielo resplandeciente, a los minutos cantan nuestros apellidos y recogemos el formato que nos dieron en el banco, ahora con nuestra foto y datos impresos, y resaltando que NO registro antecedentes policiales.

3

Es tan fácil ver el RUC en la web de la SUNAT de una persona o empresa, igual que ver los datos de una persona en el RENIEC - aunque esto es un poco más restringido-, información a un clic, ¿por qué no es posible saber los antecedentes policiales de una personas con esta tecnología llamada Internet?

No tengo antecedentes y si los tuviera ¿adiós contrato?

¡¿Por qué no puedo sacarlo en la comisaría más cercana a mi casa?!

¡¿Más de siete soles por saber lo que ya sé?!

¡¿Cinco soles por una fotografía no es demasiado?!

* Por esos extravíos de la memoria, por esa falta de rigurosidad en el escrito, por esa pereza mental, por esa ignorancia que abruma, corrijo: José Abelardo Quiñones fue deslizado en la ranurilla y no Olaya.

¡Qué pecado!

Gracias Jorge Luis, no Borges, Urbano

24/2/09

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No es un poema, pero es una declaración de felicidad.
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