1/8/07

Primera Parte: A golpe de despecho

El amor puede expresarse de mil formas y Diana es una “justiciera de callejón” en los giros del corazón...

Estaba por cumplirse el vigésimo sexto aniversario del matrimonio de Norma, mujer delgada de 47 años que no pasa del metro cincuenta, sin embargo, el ideal de esposo que todas sus amigas envidiaban –padre amoroso dedicado al trabajo-, se desmoronó el año pasado. La “otra”, que solo parecía existir en su novela favorita, estaba amarrada a los brazos del infiel en esa noche de abril, en la que paseaba con su mejor amiga (Sabrina), por el Centro de Lima. Norma se volvió en una insomne de cuyos ojos no salían más que lágrimas. Sabrina sugirió en susurros, pasadas unas semanas del incidente, contactar a Diana para “hacer justicia”, es decir, pegar a la intrusa.
Caminar por el barrio de la Unión (Agucho) es quizás una proeza de pocos foráneos. La zona está dominada por un grupo de amigos de la plata fácil: los Picheiros, el líder es el Culo verde, muchacho de unos 23 años, tiene arma y varios carros (“uno plomo, que le cambió las lucecitas, algo... porque no sé a quién había matado”, dice Diana como si contara un día de mercado, así de cotidiano). Recuerdo, mientras trascurre esta historia, los sabios versos de Lavoe: La gente le teme / porque es de cuidado / pa' meterle mano / hay que ser un bravo / si lo meten preso / sale al otro día / porque un primo suyo / 'tá en la policía (“se dice que su padrino es un coronel, se dice y debe de ser, porque él hace pendejada y media y nunca le pasa nada”, expresa Diana). En medio de esa atmósfera vive ella, entre los disparos de ayer -provenientes de la pistola del temido varón-, entre polladas que terminan en botellas que se rompen en la cabeza de algún invitado y escuchando siempre la salsa de Panamericana.
Diana es una mujer corpulenta de metro setenta y cuatro, sus cabellos negros no hacen mucho por esconderse entre los mechones acaramelados (de un tinte de esos que venden a nomás de cinco soles por el Centro), su piel es trigueña y de su dentadura pronunciada sale una voz estruendosa que, cuando se acuerda de algún dato, parece gritarlo como quien descubre algo sumamente importante, además, inclina su tronco hacia delante y con el dedo índice señalando al techo. Se dedica a lavar ropa por docena (S/. 6.00), limpia casas esporádicamente, pero la plata no le alcanza, dice. Su físico le ha ayudado a conseguir un trabajo extra: golpear a sus congéneres a cambio de unos billetes. Ella necesita los datos de la persona, si es posible, una foto, entonces, Diana y su amiga actúan de inmediato –porque hacerlo sola es correr muchos riesgos. Al principio, inexperta en los precios, la “justiciera” cobraba solo 20 soles por “el encarguito”.
La uña rojiza a medio pintar del dedo de nuestra aprendiz de sicaria, escarba la nariz esperando encontrar algún rastro olvidado de mucosidad, y después de hacer un recorrido de 360° por el orificio, mira su hallazgo y lo echa al piso con un delicado juego entre el índice y el pulgar, mientras aquel ritual sucede, Diana no deja de parlotear: “Mi amiga tumbó lo que había en la mesa”, la puerta del cuarto de amor estaba entreabierta, así ingresaron a la casa de la susodicha amante. Él estaba adentro, “tan sinvergüenza él, que le pega a la señora, me meto yo a agarrarla a la señora, porque era mi clienta pues, como le van a pegar a quien me iba a pagar, me meto y me muerde el perro y me saca un pedazo de pantalón y el marido se fue corriendo”. Diana y su compinche le dan “su merecido” (un moretón en la cara y algunos rasguños) a la muchacha, “joven era, pero fea, fea, la tal Norma se la comía, pero la otra sería buena en la cama, quién sabe ¿no?”.

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7 comentarios:

Luis Iparraguirre dijo...

Uyuyuy, al parecer te gustan las policiales. Abril rojo, de Roncagliolo. Léelo.

Anónimo dijo...

para una joven berenjena:

Redonda y agradable al gusto,
agua abundante la alimenta
en todos los jardines;
y tal como el peciolo la sustenta
parece el corazón de una oveja
en las garras de un águila.

ArCaNo dijo...

Hola Bere, no te llamarás Berenice, verdad?, jeje.

Me doy con la sorpresa de que el Ipa ya estuvo por aquí, es bueno saber eso.

Buena crónica, no dejes de escribir.

Suerte.

JARANOVICH dijo...

Tremenda había resultado la tal Sabrina. Y en cuestiones de quien es mejor en la cama, pues te cuento que las "sentadas" son más alucinantes con las mujeres corpulentas... punto para Diana!
Saludos,

Kinua dijo...

Vaya historia! Y claro que me acuerdo del caldo de gallina, pero este blog no había visitado..donde dejé mi comentario?

Anónimo dijo...

Policiales, no? ajaaja
Sabes quien soy. Tienes un círculo que siempre es el mismo. Y eso me da risa.

Anónimo dijo...

interesante conocer sobre esa lima oscura, sombria...muchas veces invisible para sus propios habitantes.. cada personaje , una historia, una vida, temores, alegrias, amor, odio, un mundo entero por conocer.