Mi brazo cruza por otros dos antes de obtener un espacio en el pasamano. Abrazaditos. No nos hemos cruzado palabra, no nos hemos saludado ni dicho permiso, pero hoy, ahora, somos un grupo unido, nuestros cuerpos se entremezclan y que ya no sé de quién es esta mano de uñas negras y la otra con manicure francesa. Un murmullo de moneditas acompaña la cucucumbia. “¡Pasaje, pasaje!”. Y estamos estancados desde hace 10 minutos en el mismo paradero, si hemos avanzado ni se ha notado y nuestros cuerpos se han amalgamado, somos una masa tan compacta que nos hemos fusionado con los asientos, maletines y carteras, bolsos y casacas. “Aproveche, aproveche en bajar”. A las justas a unas cuadras de mi paradero (y que casi no acepta china el cobrador) y vamos ya 15 minutos y seguimos en el carril derecho (el que demora más). “Tacna, Tacna, todo Tacna”.
La congestión, así como cuando uno está agripado y la mucosidad se acumula y que el papel higiénico y que el pañuelo, así se ven nuestras pistas, agripadas, a punto de sacarlo todo con cada cambio de luz. Desde el otro lado se ve distinto, entre pastito castigado en las esquinas (ya que su territorio es más tierra que área verde) desde ese lado de la acerca, desde donde está la ciclo vía (aunque por la rehabilitación de pistas ha espantado a los ciclistas), desde donde una camina como escoltada, cobijada por los árboles (varios serruchados de sus raíces, abolidos en nombre de la nueva obra). Desde este lado se ven las ruedas como pegadas a la brea, porque desde hace diez minutos que camino por esta acera y ni un carro se ha movido. Ni un poquito. Y desde hace quince que se ven los buses transportando una masa donde no puedo identificar de donde sale cada brazo para aferrarse al pasamano. Ellos son todos un gran pasajero. Yo camino y me he ahorrado una china en las diez primeras cuadras de la Arequipa antes de cambiar de nombre por "Tacna, Tacna, todo Tacna".
Kurt Cobain dixit..
Hace 10 meses